Para muchas personas, las fiestas de fin de año están llenas de risas, música y charlas que se entrelazan en un ambiente cálido y familiar. Pero para algunos pacientes con hipoacusia, que aún no cuentan con una solución auditiva, estos momentos pueden convertirse en experiencias complejas y emocionalmente desafiantes. La dificultad para identificar voces entre el ruido y seguir una conversación puede generar sensación de aislamiento y frustración.
Ana Cleide, abogada brasileña de 24 años y miembro del Programa de Voluntarios Cochlear™ Latinoamérica, recuerda perfectamente cómo vivía estas fiestas antes de recibir su sistema de conducción ósea Cochlear™ Baha®. Tras 12 años con su dispositivo, su mirada hacia aquellos tiempos nos ayuda a comprender las emociones de quienes enfrentan pérdida auditiva.
La Navidad vista desde la hipoacusia

No se trataba solo de no escuchar bien; se trataba de sentir que algo importante se le escapaba en cada momento compartido. Ana buscaba formas de mantenerse presente, pidiendo a quienes la rodeaban que repitieran lo que decían, para poder sentirse parte de las ocasiones especiales.
“Pedía a los demás que repitieran cuando no comprendía exactamente lo que estaban diciendo”, recuerda con sinceridad, reflejando lo importante que era para ella sentirse incluida y comprendida en esos encuentros.
En esos instantes, también aprendió la importancia de comunicar su dificultad auditiva. “Siempre lo hablaba abiertamente para que las personas entendieran mis limitaciones”, comenta, subrayando cómo la honestidad ayudaba a construir puentes de comprensión durante las celebraciones.
Sin embargo, no siempre las situaciones eran fáciles. Ana recuerda momentos de frustración cuando el bullicio impedía que pudiera participar como quería. Escuchar cada palabra y cada risa no era sencillo, y en esas circunstancias la paciencia de los demás se volvía clave para que ella pudiera sentirse incluida.
“Recuerdo un cumpleaños en el que estaba en una mesa con compañeros de clase y había música alta. Prácticamente no podía comunicarme porque el sonido era muy fuerte y las personas no tenían paciencia para repetir. Me sentí bastante frustrada”, comparte, dejando entrever la vulnerabilidad que muchas personas con hipoacusia experimentan en ambientes ruidosos.
Gestos simples que transforman experiencias
Antes de contar con su sistema Cochlear™ Baha®, Ana sentía que se perdía de momentos importantes. Su experiencia muestra cómo, para quienes tienen pérdida auditiva, las fiestas pueden ser mucho más difíciles de lo que se imagina.
Su testimonio también destaca la importancia de ser conscientes y empáticos con lo que viven las personas con hipoacusia. Pequeños gestos como repetir lo que se dijo, hablar con claridad o prestar atención hacen que, quienes tienen dificultades auditivas, se sientan incluidos y comprendidos.
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