Natalia conoció desde temprana edad el silencio que acompaña la pérdida de audición. A los 4 años, por razones desconocidas, dejó de oír. Fue usuaria de audífonos en ambos oídos y encontró en la terapia del lenguaje un apoyo para moverse en el mundo de los oyentes.
Solo fue hasta los 11 años, cuando descubrió que no estaba entendiendo bien ni a su profesor ni a sus compañeras, que empezó el proceso médico que la llevó a recibir un implante coclear en su oído izquierdo. Descubrió entonces que el mundo sonaba muy distinto de lo que ella creía. Mientras cursaba sus estudios de Comunicación Gráfica recibió un segundo implante coclear, esta vez para su oído derecho.
Actualmente estudia Medicina Veterinaria y, gracias al apoyo que encontró en Cochlear decidió ser una voluntaria para compartir su experiencia y acompañar a quienes inician el camino de recuperar su audición y contarles cómo cambió su vida al poder escuchar. “Puedo decir que soy feliz con mis implantes”, dice, y quiere que otros también lo sean.