“La inclusión es mucho más posible cuando uno se nombra”: Charo Mato

¿Cómo escucha quien no escucha? La pregunta se la hace una directora de cine con pérdida auditiva. El resultado es la película 8 cuentos sobre mi hipoacusia. Inclusión y comprensión en un relato honesto sobre la pérdida de la audición.

Escuchándola contar su historia es fácil imaginársela en el fondo de un salón de la Universidad de Buenos Aires, usando un transmisor de frecuencia modulada para que el sonido de la voz del profesor llegue hasta sus oídos. 

O verla, cuando era chica y estaba en su casa, pasando los canales del cable buscando algo con subtítulos, porque aprendió a leer antes de tiempo para poder ver televisión… o leerla, mejor.

O saberla luego detrás de las cámaras dirigiendo su primera película 8 cuentos sobre mi hipoacusia. Esa mujer responde al nombre de Charo Mato. 

Empezó a perder la audición a los seis años. A los 23 quedó completamente sorda. Decidió, entonces, dos cosas: operarse para recibir un implante auditivo y enfrentarse a la historia de su propia hipoacusia por medio de lo que sabe hacer: contar con imágenes y sonidos, rodar un filme.

¿Por qué el cine?

“Siempre me gustaron mucho las películas. Hacía teatro cuando era adolescente y después me empezó a dar un poco de timidez estar adelante en el escenario. Y me di cuenta que me gustaba más el detrás de cámara y que quería indagar ahí. 

Escribía poesía en mi adolescencia (que nunca mostraría ahora) y ahí me di cuenta que no solo era la escritura mi interés, que quería algo un poco más amplio. Todavía no sabía bien cómo quería expresarme, pero el teatro y la poesía fueron mis inclinaciones artísticas en la adolescencia. 

Y bueno, analizando carreras para estudiar cuando terminé en la escuela encontré esta carrera en la Universidad de Buenos Aires y dije, bueno, vamos a ver qué es esto Y así fue como estudié Diseño de Imagen y Sonido. 

Después me especialicé en producción, trabajando siempre en una productora, como asistente de producción y después como productora. 

No había sentido el llamado de dirigir. Sí de escribir, pero no de dirigir. Y cuando me implanté algo cambió. Fue como «yo tengo que contar esto, tengo que expresarlo de alguna forma a través de mi experiencia» y así fue como me decidí a moverme un poco de la producción, que era mi área de trabajo. Y dije voy a escribirla, la voy a dirigir y también la terminé produciendo. Es decir un poco buscándolo y un poco sin buscarlo”.

Ocho cuentos sobre mi hipoacusia es un relato honesto y, tal vez, el más sensato sobre la pérdida de la audición. Lo ha dicho Charo a quienes se lo han preguntado: quería indagar cómo escucha el que no escucha. Es un relato personal porque la propia Charo tiene una ​​hipoacusia neurosensorial bilateral severa. Es gracias a su implante que ella se conecta con el sonido. 

¿Cómo son tus silencios?

“Tranquilos. Es increíble poder estar en los dos lugares de la escucha. Estar en el silencio profundo cuando me saco el procesador y me aíslo bastante. Puedo dormir casi en cualquier lugar, incluso debajo de una estación de trenes. 

Pero el sonido es maravilloso. Estoy acostumbrada a encender el procesador para terminar de despertarme cada mañana”. 

¿Y qué te permite ese silencio?

“Descansar, estar en paz cuando no quiero escuchar ni un ruido de la calle, ni un auto, ni nada. Pero luego necesito la escucha para conectarme con el mundo”.

Una búsqueda del sonido de una voz, podría decirse, la voz de la madre de Charo resguardada para la eternidad en unos cuantos mensajes…

¿Descubriste cosas nuevas sobre tu hipoacusia rodando tu película?

“Las sigo descubriendo. Cada vez que miro la película no puedo creer las cosas que expuse sobre mí. Aprendo de mí misma al volverla a ver. 

El proceso creativo tiene momentos muy efervescentes donde la información llega y no sabés bien por qué, pero sabés que es por ahí lo que tenés que contar.

Ahora pienso que hubiera hecho cosas diferentes, o las hubiera contado distinto. Pero lo lindo del proceso creativo es, justamente abrazarse a esa efervescencia. 

Fue un proceso de escritura y reescritura buscando los detalles hasta que, finalmente, pude incluir a mi madre, que falleció inesperadamente. Y fue en una etapa avanzada del montaje donde encontré la manera de traerla al escuchar los últimos audios de Whatsapp que me había enviado”.

 

8 cuentos sobre mi hipoacusia es más que un relato personal, es también, una forma de empatizar con los oídos de quién no escucha. Es un viaje sensible a las profundidades del silencio y a la música de los sonidos. Y es, sobre todo, poner sobre la mesa la inclusión. 

¿Te sentiste excluida en la industria del cine por ser hipoacúsica?

“No, para nada, la verdad que creo que me crucé a las personas correctas en la vida y también tuve suerte y también supe expresarme. Creo que lo más importante es no tener vergüenza y poder nombrarse y nombrar las necesidades que uno tiene. Quizás la inclusión es mucho más posible cuando uno se nombra y entonces ya queda del lado de la otra persona la parte inclusiva”.

 

Porque la película también busca ese entendimiento del otro, de esa condición invisible para todos: la sordera. ¿Cómo saber si alguien escucha bien?, ¿cómo saber cómo escucha quien no escucha? 

¿Qué te han dicho los hipoacúsicos que han visto la película?

“Que les ha gustado mucho. Que se han sentido identificados. Que es la primera vez que ven una película sobre la hipoacusia contada por una directora con hipoacusia, que se sentían muy identificados en los detalles, los conflictos y las situaciones.

También hay mucho agradecimiento de padres y madres de hijos hipoacúsiques, que la película les permitió entenderlos desde otra perspectiva.

Padres y madres que la vieron solos y luego con sus hijes y lloraban juntos y se empezaron a contar cosas y hablar de otras que, quizá, no se habían dicho nunca sobre la condición de ser hipoacúsico”.

Entender al otro, comprenderlo junto con su mundo. En 8 cuentos sobre mi hipoacusia el posesivo está presente porque es un asunto personal, ya se ha dicho, pero la verdad es que subyace un relato universal: somos diferentes y únicos, pero eso mismo nos hermana.

 

¿Qué esperas que ocurra con tu película?

“Me gustaría que sea vista en cuanto lugar del mundo se pueda. Que sirva como ejemplo de inclusión y accesibilidad. Que logremos que sea accesible para los públicos con discapacidad. Que sirva como ejemplo de que se pueden hacer muchas cosas aunque el mundo te diga que no. 

Hoy se habla más sobre inclusión. Pero cuando yo estudié, en mi adolescencia y menos aún en mi niñez, eso no era un tema del que se hablara.

Hoy sí. Hablamos de perspectiva de género, de perspectiva inclusiva… Pero también quisiera que el día de mañana se hablara de un cine accesible, por ejemplo. Deberíamos todes aprender desde niñes que la accesibilidad y la inclusión son necesarias para un mundo más más equitativo, donde los derechos de todas las personas son respetados”. 

¿Cómo escucha quien no escucha? La pregunta sigue estando presente.