El mundo de Lucas es otro con su dispositivo Cochlear™ Osia®

A los 15 años, Lucas Adlerstein perdió su capacidad de escuchar correctamente. Con el tiempo se le hizo necesario buscar dispositivos que le ayudaran con su audición. Encontrar el sistema Osia le cambió de vida.

El mundo puede ser un lugar diferente. Hay quien opina que todo depende del cristal con que se mire. Para Lucas Adlerstein, en cambio, depende de lo que se escuche. 

Lo sabe bien. Él mismo ha habitado en un mundo diferente: el de la hipoacusia. A los 15 años escuchó por primera vez (y a bajo volumen) el diagnóstico que lo llevaría por un nuevo camino, le dijeron que tenía otosclerosis bilateral.

La otoesclerosis, tal como la define el portal Medline Plus, es una “extensión anormal del hueso esponjoso que crece en la cavidad del oído medio. Este crecimiento impide que los huesos del oído vibren en respuesta a las ondas sonoras. Estas vibraciones se necesitan para que pueda oír”.

Esta condición causa un tipo de pérdida auditiva conocida como hipoacusia conductiva. A Lucas lo operaron a los 16 años para solucionar el problema, pero el resultado no fue el esperado y su pérdida aumentó. Su mundo fue, entonces, más silencioso, más inentendible.

Lucas es desarrollador de software y estudia ingeniería de sistemas. Lo de él no son los problemas, es la búsqueda de las soluciones. Eso hizo con su hipoacusia. Lo cuenta él mismo en su blog: “…consulté con tres médicos, conocí a doce fonoaudiólogas, una trabajadora social, un anestesista y creo que una instrumentadora aunque quizás hubo más. Me probé tres implantes de conducción ósea y un audífono (…) que enviaba el sonido de mi oído izquierdo al derecho por bluetooth”.

Y luego de todo llegó al Osia®, la solución de conducción acústica de Cochlear™. Lucas tiene hoy 22 años. Lleva poco más de un año usando su procesador. El mundo que lo rodea es otro.

“Yo no participaba en las conversaciones porque no entendía realmente de qué estaban hablando”, recuerda. La calle era un peligro, pues no sabía el origen de los sonidos o no los escuchaba. Podía pasarle de cerca una moto o un ómnibus y darse cuenta solo cuando ya lo tenía demasiado cerca. 

Ahora no, ahora es distinto.

La vida con la solución Osia, de Cochlear

Escuchar. No adivinar o creer que se entiende lo que está sonando, no. Escuchar de verdad, comprender las palabras, descubrir sonidos que nunca había escuchado. Las gotas de café en la cafetera, el golpe de las gotas de lluvia en el techo, el maullido del gato, la vibración de las alas del grillo y su cri-cri…

El mundo de Lucas cambió con el implante. 

Durante una entrevista, le preguntamos a Lucas cuál es su género musical favorito, a lo que respondió: no sé.

“Pero no porque no oiga música, sino porque ahora la oye toda. Ahora nota que en los restaurantes, en las reuniones con sus amigos, hay música sonando. “Estoy empezando a descubrir mi identidad musical”, agrega.

Sí, su mundo es otro. Las clases en la universidad son ahora más claras, las conversaciones con sus amigos son realmente conversaciones, volvió a jugar baloncesto… “El Osia me devolvió la sonrisa”, cuenta Lucas.

La normalidad de Lucas

“La implantación es algo normal”, dice Lucas. Sabe que la gente lo mira. Aprendió, con el tiempo, a identificar en la gente la pregunta que no le hacen: ¿Qué es eso que llevas en la cabeza?

Porque pensándolo bien, no es fácil de suponer que aquel dispositivo “pegado” a su cabeza gracias a un imán, detrás de la oreja, sea lo que hace posible que Lucas escuche. 

No le molesta que le pregunten, realmente. La pérdida auditiva, la hipoacusia, es una condición sobre la que poco se habla, pese a su prevalencia. 

La OMS calcula que para 2050 una de cada cuatro personas presentará problemas auditivos. Lucas sabe que entender que existen tratamientos es parte de la solución. Tal vez por eso creó una cuenta en una de las tantas redes sociales que existen para compartir sus experiencias, para decirles a otros como él que escuchar sí es posible, que sus mundos no tienen por qué quedarse siempre en silencio.

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